En casa, en un picnic o en la lonchera del colegio, los alimentos son parte esencial del crecimiento y bienestar de nuestros hijos. Pero cuando no se manipulan, cocinan o almacenan correctamente, pueden convertirse en una fuente de enfermedades que afectan su salud. Las infecciones transmitidas por alimentos —como la salmonela o el E. coli— pueden causar desde malestares leves hasta cuadros más graves en los niños. En este artículo, te compartimos información clara y útil para que sepas cómo prevenir estas enfermedades desde la cocina y proteger a tu familia con acciones simples pero efectivas.

Lo mejor de todo es que, con algunos cuidados básicos al preparar y conservar los alimentos, es posible prevenir la mayoría de estas enfermedades.

Limpieza: el primer paso para cuidar la salud de tu familia

Al cocinar, sobre todo cuando se trata de carnes y aves crudas, es muy importante mantener una buena higiene. Lávate bien las manos y asegúrate de limpiar con agua caliente y jabón todas las superficies o utensilios que hayan estado en contacto con estos alimentos, antes de seguir cocinando.

Recuerda lavarte las manos antes de preparar la comida, después de ir al baño o de cambiar el pañal de tu peque. Son pequeños hábitos que hacen una gran diferencia.

Si tienes alguna herida abierta o llaga en las manos, lo mejor es usar guantes mientras manipulas los alimentos.

Y algo muy importante: si estás enfermo —con náuseas, vómito, dolor de estómago o diarrea— es mejor no preparar alimentos, especialmente si vas a cocinar para los más pequeños. Cuando un adulto está enfermo, puede transmitir fácilmente microbios a la comida sin darse cuenta. 

Selección de alimentos

Antes de usar cualquier alimento enlatado, tómate un momento para revisarlo bien, especialmente si fue envasado en casa. Si notas que el líquido alrededor de las verduras está turbio o lechoso (debería ser claro), si el frasco está agrietado, la tapa está floja o la lata se ve hinchada, no lo uses. Ni siquiera lo pruebes. Tíralo de inmediato para evitar riesgos. Puedes envolverlo en plástico y meterlo en una bolsa de papel grueso para desecharlo con seguridad.

  • Procura comprar siempre carne y mariscos en lugares de confianza.
  • Evita la leche cruda (sin pasteurizar) y los quesos que se elaboran con este tipo de leche.
  • Tampoco consumas carne cruda o poco cocida.

Y recuerda: los bebés menores de un año no deben comer miel.

Si en algún momento tu hijo rechaza una comida o bebida, confía en su intuición. Huélela o pruébala tú antes de insistir. Puede ser que esté descompuesta y no debe comerse.

Preparación y servicio de alimentos

  • No dejes los alimentos preparados —como carnes cocidas, quesos, platillos con mayonesa o con almidón (como el arroz o las papas)— a temperatura ambiente por más de dos horas.
  • Evita interrumpir la cocción de carnes o aves con la idea de terminarla después. Cocínalas de principio a fin.
  • Si preparas comida con anticipación, guárdala de inmediato en el refrigerador o congélala. No esperes a que se enfríe antes de guardarla.
  • Asegúrate de que todos los alimentos estén bien cocidos. Puedes usar un termómetro para carnes grandes, como un asado o un pavo, o cortar el alimento para revisar si ya está listo por dentro.
  • Al recalentar, cúbrelo y asegúrate de que quede bien caliente antes de servirlo.

Proteger la salud de tus hijos también comienza en la cocina. Desde elegir bien los ingredientes hasta mantener una buena higiene al preparar y conservar los alimentos, cada paso cuenta. Las enfermedades transmitidas por alimentos pueden prevenirse con hábitos sencillos, pero poderosos. Recuerda: con un poco de cuidado diario, puedes asegurarte de que cada comida no solo sea deliciosa, sino también segura para toda tu familia.