Los niños pequeños llenan nuestras vidas con momentos encantadores: abrazos inesperados, risas contagiosas y esos dulces momentos de acurrucarse cuando están cansados.
Sin embargo, como cualquier padre de un niño pequeño sabe, también pueden mostrarse desafiantes, con acciones menos agradables como patear, gritar o, incluso, morder.
¿Por qué muerden los niños?
Las mordidas son frecuentes en la primera infancia y pueden ser causadas por varios motivos, como la salida de los dientes o el deseo de explorar objetos con la boca. Además, los niños pequeños pueden morder como forma de llamar la atención o expresar emociones intensas como la frustración, la ira o el miedo, ya que aún carecen de habilidades lingüísticas para comunicarse eficazmente.
También pueden utilizar las mordidas para obtener una reacción o acceder a un objeto deseado. Estas conductas son ligeramente más comunes en los niños varones, especialmente entre uno y dos años de edad, y tienden a disminuir a medida que mejoran sus habilidades de lenguaje.
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¿Qué les puede ayudar?
Es crucial que los padres aborden el comportamiento de morder de manera inmediata y efectiva, tanto en casa como en entornos como la guardería. Si tu pequeño o pequeña muerde, es fundamental abordar la situación de manera rápida y firme.
Aquí te compartimos algunos tips que pueden ayudarte:
Mantén la calma: Cuando un niño muerde, es importante enfrentarlo con firmeza, utilizando frases simples y claras como «¡No se muerde!» o «¡Morder lastima!». Evitar explicaciones largas y complejas hasta que el niño sea lo suficientemente mayor para comprenderlas. Mantener la calma es fundamental para resolver la situación de manera efectiva y rápida.
Dale tranquilidad a la víctima: Enfócate en la persona que fue mordida, especialmente si se trata de otro niño. En caso de lesión, limpia el área afectada con agua y jabón. Si la mordida es profunda o hay sangrado, busca atención médica de inmediato. La pronta acción es clave para garantizar la seguridad y el bienestar de todos los involucrados.
Ofrece alternativas: Después de que la situación se haya calmado, es importante sugerir alternativas al comportamiento de morder. Enséñale a tu peque a utilizar palabras como «no», «basta» y «eso es mío» para comunicarse con otros. Por ejemplo, demuéstrale cómo acercarse a un compañero, extender la mano y luego decir «por favor» para pedir algo. Establecer estas alternativas positivas fomentará una comunicación más efectiva y respetuosa entre los niños.
Reedirecciona: A esta edad, distraer a los niños puede ser muy efectivo. Si notas que el niño está emocionado o aburrido, ayudarlo a enfocarse en una actividad positiva puede marcar la diferencia. Por ejemplo, bailar al ritmo de la música, pintar o jugar un juego pueden ser opciones excelentes.
En la mayoría de los casos, no es necesario recurrir a medidas disciplinarias, ya que la mayoría de los niños no comprenden que morder puede causar dolor. Nunca golpees ni muerdas a un niño que ha mordido, ya que esto puede enviar el mensaje equivocado de que el comportamiento es aceptable.
Si has intentado los pasos anteriores sin éxito, considera utilizar la técnica de la «pausa obligada» o tiempo fuera. Los niños mayores pueden cumplir con este tiempo en un área específica designada, como una silla en la cocina o un escalón, para calmarse. Generalmente, se recomienda un minuto por cada año de edad como guía para el tiempo fuera. Es posible que necesites supervisar a tu hijo durante este tiempo, pero asegúrate de no prestarle atención directa. Tu hijo debería estar calmado antes de que termine su tiempo fuera.
Entender por qué los niños muerden es fundamental para abordar este comportamiento de manera efectiva y compasiva. Desde la necesidad de exploración hasta la expresión de emociones intensas, los niños recurren a la mordida por diversas razones. Es importante que los padres y cuidadores se enfoquen en enseñar alternativas positivas de comunicación y manejo de emociones, así como en establecer límites claros y consistentes.